Un mal día

Decir que todo ha salido mal es bastante acertado. Me di cuenta antes de despertar, cuando mi subconsciente se dedicaba a jugar con mis temores. Desperté con la sensación de haber perdido algo, como si algo en mí ya no estuviera presente.

Tuve un breve respiro cuando miré la hora después de salir de la ducha y me di cuenta que andaba bien (lo que no es usual). Otro momento agradable cuando preparaba el almuerzo que llevaría al trabajo: nada como tener algo muuuy rico esperando en el refrigerador, listo para ser empaquetado y llevado. (<-- muchas gracias!!!)

Luego estuvo el episodio del auto que no quería partir mientras los valiosos minutos pasaban, y la desición de caminar hasta encontrar un taxi para llegar tarde a la oficina. Con tanto jaleo, se me quedó el almuerzo en la casa: golpe bajo. Para qué hablar de los pequeños detalles que se encargaban de burlarse de la situación: la enredadera que moja mi chaqueta, la basta del pantalón que se enreda con el zapato provocando algún tropiezo, etc.: Murphy en su máxima expresión.

En la oficina traté de relajarme y organizar el día para aprovechar de la mejor manera el tiempo pues sería una jornada larga, pero las circunstancias querían otra cosa. Lamentablemente las relaciones humanas al interior del recinto no andaban de lo mejor y no pude dejar de tener la sensación de que nadaba contra la corriente, sin ánimo ya de dar más brazadas.

Coordinaciones descoordinadas para ver si el mecánico podía encargarse del auto hoy, pues por razones laborales, lo necesito operativo el sábado. Llamadas van, llamadas vienen y la tensión en aumento. Resultado: no hay resultado, nada ha resultado!

En mente tengo la reunión que habrá en la casa de mi papá esta noche con los vecinos que chocaron mi auto ayer -historia aparte- para evaluar responsabilidades... no quiero ir con ideas preconcebidas peeeero el peso de los acontecimientos de hoy minan los cimientos de mi auto-confianza (nótese el juego de palabras: auto - confianza, ja!).

No creo en las casualidades (no confundir con coincidencias... algún día me referiré al tema). Tengo la firme convicción de que todo tiene un meta-motivo, de que en todo hay un mensaje y una posibilidad de superación. La existencia nos habla, pero muchas veces no escuchamos, o no queremos escuchar.

Claro, hay momentos en los que la filosofía no cuenta, pues lo que domina es el corazón, las entrañas, el grito gutural que lucha por salir desde mis chakras.

Decido conectarme con mi rabia, con mi impotencia, y hasta con mi angustia. Las mimo, las dejo crecer dentro de mi, hasta que por fin dejan de ser importantes. Igual que una piedra en el zapato que puede llegar a enervar al caminante, pero no deja de causar alivio y confort cuando por fin se la tiene en la palma de la mano, regalándonos una sonrisa por su diminuto tamaño; todo lo negativo que se ha pegado a mí este día, cual torbellino entrelazado con mi espacio en este Espacio, ha dejado de serlo. Ahora esbozo una sonrisa placentera y burlona por tanta contradicción insulsa que turbó mi andar.