Mirando por el ojo de buey

Un vistazo a todo lo demás, desde mi interior

Thursday, May 22, 2008

Tiempo de Oración

Son las seis y media de la tarde. Ya está oscuro, un poco fresco tal vez.

Como cada día hábil a esta hora, marco tarjeta y camino hacia el ascensor pensando aún en las responsabilidades del día trabajado. Tengo ansiedad, son muchas horas en la oficina y a estas alturas el salir se convierte en una necesidad. Por fin, después de algunos minutos de angustia, el aparato que esperaba llega y abre sus puertas invitándome a iniciar el viaje. Me invade una sensación de desapego, de libertad. Bajo los trece pisos en un parpadeo. Desde el hall de "entrada" del edificio alcanzo a ver el exterior, las personas caminando hacia sus casas, y sus rostros cansados en los que alcanza a dibujarse la satisfacción de saberse en camino hacia el hogar.

A medida que avanzo por la calle voy despojándome del día laboral y voy absorbiendo los pequeños detalles que la vida me regala. El aire fresco baña mis pulmones de vida, la misma vida que otros respiran, las hojas amarillas que caen de los árboles me acarician mientras danzan al ritmo del viento. Es extraño. La existencia me invita a un mundo paralelo, en el que las sensaciones dejan de parecer cotidianas o rutinarias. Con cada paso que doy se acrecenta el espectro de estímulos. Entro en una especie de trance.

Es entonces cuando me siento inexorablemente conectada con cada ser vivo que habita este mundo, con todo cuanto conforma mi percepción del universo. Estoy frente a algo que es superior a mí, sin embargo es parte de mí.

En medio de este estado de supraconexión doy gracias a Dios por la Existencia, me recojo en Oración y expando esta sensación lumínica con la más humilde inteción de bañar el mundo entero con rayos de amor.



Sin darme cuenta, me encuentro frente al portón del edificio, llave en mano. El viaje terminó, y la bulla citadina vuelve a mis oídos, junto con el murmullo de los transeuntes que pasan a mis espaldas. El lienzo parece el mismo que hace unos minutos, no obstante, todo ha cambiado.


Sin duda yo misma he cambiado

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